sábado, 16 de junio de 2012

El perdón es la llave de la felicidad - Un Curso de Milagros


He aquí la respuesta a tu búsqueda de paz. 
He aquí lo que le dará significado a un mundo que no
parece tener sentido. 
He aquí la senda que conduce a la seguridad en medio de aparentes 
peligros que parecen acecharte en cada recodo del camino 
y socavar todas tus esperanzas de poder hallar alguna
 vez paz y tranquilidad. 
Con esta idea todas tus preguntas quedan contestadas; con esta idea queda
asegurado de una vez por todas el fin de la incertidumbre
.

La mente que no perdona vive atemorizada, y no le da margen al amor 
para ser lo que es ni para que pueda desplegar sus alas
 en paz y remontarse por encima de la confusión del mundo. 
La mente que no perdona está triste, sin esperanzas de 
poder hallar alivio o liberarse del dolor. 
Sufre y mora en la aflicción, merodeando en las tinieblas
 sin poder ver nada, convencida, no obstante, de que el peligro la acecha allí.

La mente que no perdona vive atormentada por la duda, confundida 
con respecto a sí misma, así como con respecto a todo
 lo que ve, atemorizada y airada. 
La mente que no perdona es débil y presumida, tan
temerosa de seguir adelante como de quedarse donde está, de despertar
 como de irse a dormir. 
Tiene miedo también de cada sonido que oye,
 pero todavía más del silencio; la oscuridad la aterra, mas la
proximidad de la luz la aterra todavía más. 
¿Qué puede percibir la mente que no perdona sino su propia
condenación? 
¿Qué puede contemplar sino la prueba de que todos sus pecados son reales?

La mente que no perdona no ve errores, sino pecados. 
Contempla el mundo con ojos invidentes y da
alaridos al ver sus propias proyecciones alzarse para arremeter 
contra la miserable parodia que es su vida. 
Desea vivir, sin embargo, anhela estar muerta. 
Desea el perdón, sin embargo, ha perdido toda
esperanza. 
Desea escapar, sin embargo, no puede ni siquiera 
concebirlo, pues ve pecado por doquier.

La mente que no perdona vive desesperada, 
sin la menor esperanza de que el futuro pueda ofrecerle
nada que no sea desesperación. 
Ve sus juicios con respecto al mundo, no obstante,
 como algo irreversible, sin darse cuenta de que se ha condenado 
a sí misma a esta desesperación. 
No cree que pueda cambiar, pues lo que ve da testimonio de que
 sus juicios son acertados. 
No pregunta, pues cree saber. 
No cuestiona, convencida de que tiene razón.

El perdón es algo que se adquiere. 
No es algo inherente a la mente, la cual no puede pecar. 
Del mismo modo en que el pecado es una idea que te enseñaste a ti mismo, 
así el perdón es algo que tiene que aprender, 
no de ti mismo, sino del Maestro que representa tu otro Ser. 
A través de Él aprendes a perdonar al ser que crees haber hecho, 
y dejas que desaparezca. 
Así es como le devuelves tu mente en su totalidad
 a Aquel que es tu Ser y que jamás puede pecar.

Cada mente que no perdona te brinda una oportunidad
 más de enseñarle a la tuya cómo perdonarse a sí misma. 
Cada una de ellas está esperando a liberarse del infierno a través de ti,
 y se dirige a ti implorando el Cielo aquí y ahora. 
No tiene esperanzas, pero tú te conviertes en su esperanza. 
Y al convertirte en su esperanza, te vuelves la tuya propia. 
La mente que no perdona tiene que aprender,
mediante tu perdón, que se ha salvado del infierno. 
Y a medida que enseñes salvación, aprenderás lo que es. 
Sin embargo, todo cuanto enseñes y todo cuanto aprendas no procederá de ti, 
sino del Maestro que se te dio para que te mostrase el camino.


Extracto Lección 121 - Ucdm

No hay comentarios: