¡Danza,
corazón mío! Danza hoy de gozo.
Los cánticos
de amor
llenan de
música los días y las noches,
y el mundo
vive atento a sus melodías.
Locas de júbilo, la vida y la muerte
danzan al
ritmo de esa música.
Los montes, el océano y la tierra danzan.
Entre
sollozos y carcajadas, la humanidad danza.
Tu Señor está en ti;
¿a qué abrir
los ojos hacia el mundo exterior?
Kabir dice:
Óyeme,
hermano mío:
mi Señor me
ha arrebatado
y me ha
unido a Él.
Amo muy de
veras
a quien
puede devolver su hogar al viajero extraviado.
En el hogar está la verdadera unión,
en el hogar
está la dicha de la vida.
¿Por qué abandonaré mi hogar,
para andar
errante por el bosque?
Si Brahma me hace alcanzar la verdad,
hallaré en
el hogar la servidumbre
y la
libertad a un tiempo.
Amo a quien tiene el poder
de hundirse
profundamente en el seno de Brahma,
a quien
posee la facultad de sumirse en la contemplación.
Amo a quien conoce a Brahma
y puede
quedarse en meditación
sobre su
suprema Verdad.
Amo a quien
puede ejecutar la melodía del infinito,
uniendo en
su vida el amor y el sacrificio.
Kabir dice:
El hogar es la morada verdadera;
en el hogar
está lo real,
el hogar hace que alcancemos a Aquel que es
realidad.
Quédate, pues, donde estás,
y todo lo
tendrás a su tiempo.
Mi corazón suspira, ¡oh
hermano!,
por el verdadero Dueño
que llena la copa del amor
para ofrecérmela, tras
de haber bebido.
Levanta el velo y Brahma se revela a mis ojos.
Descubre en Él los mundos
y me hace oír la música
misteriosa.
Me muestra que las alegrías y las penas
son una misma cosa.
Todas sus palabras están
llenas de amor.
Kabir dice:
En verdad, nada ha de temer
quien posea semejante
Dueño
para llevarlo a seguro
refugio.
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